Leer
aleja al hombre de su realidad cotidiana, elevándole a escenarios que
acaso no conozca sino en las páginas de la obra escogida.
En
efecto, la lectura, poderosísimo instrumento al servicio de creadores y
de aceptantes, sea, posiblemente, la fuerza más consistente, el vigor
más enérgico para impulsar el intelecto de quienes se ven envueltos en
sus diferentes etapas constructivas.
De
la mano del creador surgen aquellas palabras reflejo de su pensamiento,
indicador de su espíritu, reveladoras de sus intenciones y
perseguidoras de propósitos influyentes hacia quienes se ofrecen.
Es
designio del narrador ofrecer su conocimiento y compartirlo con otros a
los que llama iguales, bien para goce propio, bien para el perfecto
desarrollo de los que carecen de la formación de aquél y que la reciben
alborozados.
Los
acontecimientos pasados permanecen en el futuro; el presente inmediato
se halla en el pasado. Mirar hacia atrás es hacerlo hacia adelante, pues
en las páginas de algún libro ya escrito podrá encontrarse la respuesta a
la dificultad surgida mucho tiempo después. Nada hay mejor que formarse
que entre las escogidas hojas de algún celebrado tomo, perderse entre la
cultivada espesura que asombra por su virtud, proseguir el camino hasta
alcanzar su final, y poder celebrar, dichoso, la realización de un viaje
entrañable y la inmediata intención del siguiente.
Todo
ello y mucho más es el libro, fundamento inquebrantable, soporte tenaz y
amistad insustituible de todo aquel que extienda la mano hacia él.
domingo, 28 de marzo de 2021
La lectura, atravesando la entrada hacia el embeleso intelectual.
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